lunes, 25 de mayo de 2015

Presencia literaria (II): Taller de poesía y danza

Me parece interesante relatar aquí una de las experiencias vividas junto a algunos de mis compañeros durante uno de los días de la Semana de las Letras de nuestra facultad. Quién me iba a decir que iba a servir para escribir una entrada...
Estábamos en el patio de cafetería cuatro compañeros y yo echando el rato cuando se nos acercó Bárbara Eizaga, decana de Filosofía y letras, junto a otra mujer para invitarnos a participar en un taller que en ese momento se iba a realizar en el patio donde nos encontrábamos. En un principio, ninguno accedíamos a realizarlo puesto que no sabíamos de la existencia de aquel taller con anterioridad ni teníamos intención de dejar nuestra conversación pero al final accedimos: qué mejor que echar unas risas aprendiendo en la facultad y, además, iba a ser seguramente lo más dinámico que haríamos en los cuatro años de carrera. Así que bien a la fuerza o bien por propia iniciativa grupal, accedimos a realizar el taller.
En el patio se colocaron dos altavoces, éramos en total unos 10 o 12 participantes y las coordinadoras del taller nos iban explicando qué hacer poco a poco, a medida que teníamos que realizar las actividades. 
Poesía y danza
La primera actividad consistía en ponernos en círculo presentarnos, decir nuestro nombre con un movimiento al ritmo de la música que se reproducía. Cada uno debíamos imitar el movimiento del que iba diciendo su nombre y después, en nuestro turno, hacer otro diferente. Debo decir que esta actividad nos costó, algunos, mucho realizarla por la vergüenza pero poco a poco nos fuimos encontrando más cómodos.
En la siguiente actividad, nos sentamos en varios bancos del patio y nos repartieron una poesía diferente a cada uno. Teníamos que leerla y escribir en un papel los versos o palabras que más nos hubieran llegado, que más nos había transmitido y, a continuación, cerrar los ojos e imaginarnos en un lugar, ese lugar en el que cada uno se sintiera identificado y apuntar, en ese mismo papel el lugar que seríamos junto a un elemento concreto de ese lugar con el que nos sentíamos identificados.
Después nos levantamos y seguimos con los movimientos. Ahora debíamos hacer con nuestro cuerpo líneas rectas, puntos, puntos suspensivos, andar en zigzag o hacer movimientos con una pareja a modo de espejo. Esta actividad duró algo más que las anteriores ya que hicimos muchos movimientos diversos. 
La última actividad consistió en lo siguiente: nos volvimos a sentar y en ese momento tuvimos que escribir la primera palabra que se nos viniera a la mente y con el  mismo papel de antes, con los versos escritos y las palabras tuvimos que hacer unos versos nuevos pero derivados de todo aquello escrito en el papel. A continuación, leímos cada uno su poesía en voz alta y, en grupos de cuatro o cinco, tuvimos que hacer una poesía con elementos de cada uno poniéndolos en común y, por último, recitarla con otro movimiento de nuestro cuerpo.
El taller duró una hora y media aproximadamente y he de decir que, pese a mi negativa inicial, me pareció muy interesante sobretodo con respecto a la motivación de la imaginación, nos echamos unas buenas risas y dejamos la vergüenza a un lado, por lo que el balance fue bastante positivo.

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